Tan cerca y tan lejos - Las paranoias de Addi


Ayer fue un 23 de abril sin libros y sin rosas. Ayer, todo lo que otros años significaba el 23 de abril pasó desapercibido, no sentí el impulso de bajar a la feria a mirar y comprar libros.

Posiblemente los años desgasten la ilusión, o tal vez sea una cuestión de instantes anímicos. La verdad es que llevo unos días acosado por la nostalgia, me duele no poder recordar lo que tal vez debería haber pasado y por unas cosas u otras no pasó, el pasado nos engaña con punzadas fugaces de felicidad que dejan a su paso preguntas, dudas y sobre todo pesares, arrepentimientos y esa sensación ácida de culpa.

Volver a sentir la epidermis excitada es un regalo que al día siguiente parece que no era tal, sí lo era, pero la sensación de fracaso borra cualquier rastro del paso de lo bonito por la piel.

Sería agradable pensar que aún hay tiempo para coger el tren, pero creo que al tren ya ni siquiera se le ve humeando en la línea del horizonte, lo perdí y lo peor es que no tuve el valor de mirar como otros se subían en él, quedando yo voluntariamente en tierra, mirando a una calle que, al fondo de la escalera, pensaba que estaba rendida a mis deseos.

La calle cambió y se llenó de gente más joven, gente con nuevos impulsos, ilusiones y el coraje necesario para luchar por sueños e incluso por quimeras, estos días me siento como si aún estuviese mirando desde lo alto de la escalera hacia el futuro, solo y con el tren traqueteando a mi espalda, tomando rumbo a unos sueños que no sabía que tenía.

Ayer fue un 23 de abril sin libros y sin fantasías, solo con la constancia de que algo mejor se fue y que no fue porque no tuviese opción de tomarlo y abrazarlo; quererlo y mimarlo. Ayer y hoy también, sigo con la cabeza en otro lugar, en otro tiempo y con la constancia de que hay cosas que siempre estarán, tan cerca y tan lejos.


Comentarios

  1. En este cado una paranoia muy real y cercana, Jorge.

    Un abrazo.

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    1. El resultado de unas vacaciones de lectura, descanso y reencuentros.
      Un abrazo.

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  2. Muy bonito, pero muy triste. Si necesitas un nuevo tren, el mío está a tu disposición. Un abrazo.

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    1. A tú tren me subo cada semana, eso procuro no perderlo.
      Un abrazo.

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  3. Un tío como tú Addi, tu existencia tan llena de riqueza interior, capacitado para expresarte como pocos lo hacen, no me vengas con "pérdidas de trenes". El ferrocarril no es lo tuyo; un solitario de prestigio como tú tiene en los paseos campestres el modus vivendi ideal.
    Abrazo,

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    1. Tampoco creas, amigo Javier, que mi soledad es algo tan vocacional. Tampoco están nada mal los paseos campestres.
      Un abrazo.

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