Chocolate Watchband - "This is my voice" (2019).



Explosivo artefacto atestado de color, calor y febriles efectos sónicos, en la tradición del mejor garaje psicodélico de la década dorada...

Confieso que hacía años que no pensaba en Chocolate Watchband, y aunque sus discos -en especial los sesenteros- son recordados con cariño, admiración y algo más que prefiero pasar por alto, nunca había fantaseado con una vuelta a la pomada de la fantástica formación californiana.
Y si no es porque Johnny nos abrió los ojos reseñando en el Exile su nuevo disco "This is my voice" (pinchar) hace unos días, es muy posible que un servidor estuviera aún en albis.
Me apresuré a dar con el disco, un fanático de los sonidos garajeros que eclosionan psicodelia y sonidos ácidos a infernales temperaturas como el que suscribe, no podía dejar pasar la ocasión de volver a sentir viejas sensaciones.
Y confieso que fue con la primera proclama guitarrera sobre la cual arranca la voz de Aguilar como rompiendo el tiempo y el espacio en el tema de apertura, "Secret rendezvous", que ya quedé prendado y listo para lo que se avecinaba.
A las canciones propias, refulgentes de psicodelia y rock de pesado poso garajero, hay que sumar las acertadas covers de temas como "Trouble everyday", la esquizofrénica pieza de Frank Zappa que ofrecen con ronroneantes tintes lisérgicos, armónica incluida; "Talk talk" es un tema de The Big Machine que presentan con un posicionamiento reptante y metafísico. Sorprendente -a priori-, parecía la revisitación de un tema como "Desolation road" de Dylan, pero lo adaptan con arreglo a conjugar el original con su percepción sónica, la sorpresa finalmente es agradable; y lo mismo podemos decir de "I can't seem to make you mine" sobre el original de The Seeds.



Pero los temas propios son la auténtica joya del disco, por suponer novedades no esperadas y menos aún, tan bien perfiladas: Con un conjuro fronterizo se desarrolla la arenosa "Judgment day", con una atmósfera ciertamente azuferina; el tema homónimo da comienzo con una incipiente tormenta que se consolida según avanza, pletórico de psicodelia y brumas; "Take a ride" es un tema más pionero, cincuentero y rockero, dentro del orden garajero marca de la casa.
Vuelven los sonidos más catadriópticos con los teclados de "Bed" y van aún más allá en el instrumental de aire oriental "Bombay pipeline". Termina este disco con otra perla de opíparos sonidos y mezcla de luz y sombra como la excelente "Till the daylight comes".
Explosivo artefacto atestado de color, calor y febriles efectos sónicos, en la tradición del mejor garaje psicodélico de la década dorada y digno representante de una banda como "Chocolate Watchband".

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