Luis Eduardo Aute - "Slowly" (1992) - Mis discos de los noventa


Continuamos con las sección de "Mis discos de los noventa" y lo hacemos con un disco básico para un servidor: "Slowly" de Luis Eduardo Aute.
Tras el atracón de discos y canciones al que, como si de una contrarreloj se tratase, me atiborré en los años ochenta, siempre que éstos llevasen la firma de Aute, en los noventa mi adolescencia había quedado definitivamente atrás (o éso creía), y eran otras tendencias más ruidosas y alternativas las que copaban mis escuchas.
Parecía que las coplas existencialistas, derrotistas, poéticas, cínicas y metafísicas de Aute habían quedado atrás y que poco a poco irían perdiendo fuerza y vigencia en mi.
Pero en 1992 apareció "Slowly", y con este disco entendí que Aute se reinventaba y rendía pleitesía a los nuevos tiempos, a los noventa, y dejaba atrás viejas perversiones de artista maldito y siempre dispuesto a la derrota para adentrarse en los nuevos tiempos, aquellos que saludaban a una España llamada a participar del jolgorio de la riqueza capitalista. No se lo crean , el viejo Aute engañó al diablo, como en otra ocasión lo intentó Robert Johnson, pero él lo consiguió: su vestimenta, sus gafas de sol y sus sonidos eclécticos de nueva generación le devolvieron al candelero sin dejar de derramar en sus canciones todo el veneno que sale de su universo, de su ética vital de adicto al extravío.
Me volví a enganchar a Aute, y aquella vez, aquella recaída fue mortal de necesidad, pues ya nunca me he repuesto de ella, y sigo sintiendo su universo como propio, como si ese veneno que él fabrica se hubiese colado en mi bilis.
Por todo ello, "Slowly" es un disco tan importante, y por ello recupero la reseña que sobre él escribí hace un tiempo, porque es uno de mis discos de los noventa.


Luis Eduardo Aute - "Slowly" (1992)



Los que vivíamos en 1992, recordamos aquél año como la consolidación internacional de España como país moderno, democrático y totalmente acogido por los organismos internacionales. Los países que históricamente miraban a los pobres españoles por encima del hombro, a partir de aquél momento, considerarían a España como 'uno de los nuestros'. O al menos, algo así nos quisieron vender.
Pasó la expo de Sevilla, las olimpiadas, con el rey (entonces príncipe) portando la bandera, el arquero de fuego, Curro, Cobi, las colas en la isla de la cartuja, el AVE... quedó lo de siempre: humo de un rescoldo que dejó en evidencia que la hoguera no era tan prominente, perdiéndose en el cielo sevillano sobre unas instalaciones que se convirtieron en un desierto urbano que recordaba al paisaje de un mundo apocalíptico, un 3% en comisiones (cómo no) que aún colea y por el que nadie paga, la habitual crisis económica, casos aislados de corrupción, entonces observados por muchos menos medios y sin internet, una novela de Montalbán en la que nos mete a Carvallo en  medio de un sabotaje olímpicoFreddie Mercury y la Caballé cantando, Los Manolos haciendo rumba (eso sí, muy moderna y sonando a The Beatles)... como pueden ver, nada demasiado original.
Lo que estaba claro, es que aquella España que azotaba la modernidad y que se sentía puntera, ya no era refugio para cantautores, tocaba ser moderno pero internacional; nada de 'movidas' y pelos cardados, colores chillones y locas arrastrando el culo en la madrugada por el suelo de Malasaña, echando a perder las medias de rejilla compradas en el rastro.


Luis Eduardo Aute entendió ésto a la perfección, así que culminó con "Slowly" la metamorfosis que empezó a mediados de los ochenta, apartando de si la imagen de poeta cargado con razones humanistas que transmitir con su voz de cura y una guitarra acústica, ya no se podía 'parecer' aburrido. Con este disco certificó que se podía ser cantautor y moderno, y sonar como los tiempos exigían: elegante, popero y sofisticado, como un Miguel Bosé, pero diciendo cosas serias.
Así que Aute se mete en el estudio con un puñado de canciones que se encargan de vestir de soft-pop, e incluso de dream-pop los técnicos Gonzalo de las Heras y Suso Lopez. Y, ¿qué quieren que les diga?, el resultado da el pego y mucho más, porque "Slowly" consigue su objetivo, y es más, lo sigue consiguiendo, no se ve humo ascendiendo sobre rescoldos de oportunismo, sigue ardiendo la hoguera de "Slowly".
Es un disco con unas marcadas coordenadas temporales, eso es cierto, pero también es verdad que entre los melifluos arreglos, las atmosféricas secuencias de sintetizadores, y las ingrávidas vestimentas sónicas que rodean la voz inconfundible de señor siempre abrigado por las dudas de Aute, se esconden canciones magníficas, hermosas e inspiradas; y también está el Aute de siempre: metafísico, nostálgico, incomprendido incluso por él mismo, agazapado en el fracaso, liderando la avanzadilla hacia la quimera, lírico, maldito, cómodo en la derrota, pero siempre con la fuerza necesaria para seguir.
Queda claro que Aute es en "Slowly" un ejemplo del pret-a-portet de la España del momento desde la portada, con una foto suya en la que parece un modelo del Corte Inglés, gafas de sol incluidas, en lugar de con un cuadro suyo. También el primer single que dio título al disco es un producto poco Aute: "Slowly" es un bonito medio tiempo romántico que concentra al Aute romántico y seductor, con incorporación de bailables baladas anglosajonas bastante impensable en el Luis Eduardo anterior.
Pero las grandes canciones estaban escondidas en el tracklist"De tripas corazón", tal vez el tema más ortodoxo teniendo en cuenta la producción previa del autor y una magnífica canción.
"Jackes", un alarido de soledad en medio de la noche, en una habitación de Paris que va mermando, con esa lírica de perdedor dejándose rodar por las peligrosas cuestas de la madrugada que conducen al precipicio, con piano y jazz, un monólogo más de Aute disparado contra el espejo.
Los sones marineros, mediterráneos y cubanos, étnicos de "Prodigios", las esencias desérticas, árabes y brujas de la noche de Alá en "Hafa café", el canto de amor, sorprendido y aterrado del bonito dream-pop "¿Quién eres tú?"...


Y por supuesto "L'amour avec toi", simplemente una de las canciones de mi vida, un canto profundamente nostálgico, un reencuentro entre antiguos amantes, una maldición al tiempo perdido, a la cruzada catedralicia iniciada por Proust, una remembranza triste y desfasada sobre lo que pudo haber sido y no fue, y que tampoco va a ser ahora.
Precisamente en este tema nos encontramos una frase que creo que ilustra el porqué de este "Slowly", el porqué de este Aute, el auténtico secreto del destino y la vida y lo que nos hace a todos iguales: "...Y sin darnos cuenta, como mercenarios han entrado a saco los noventa...".
Hay muchas imágenes catódicas e impresas del 92, muchos recuerdos e historias, mucha literatura y canciones, pero para mi volver a 1992 es escuchar, una vez más. "Slowly".



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