José Antonio García - "Lluvia de piedras" (2018)


Desde que 091 se disolvió en 1996, su cantante, José Antonio García, ha intentado encontrar un lugar propio en el mundillo musical acometiendo diversos proyectos. Por unas cosas o por otras no conseguía que sus esfuerzos se vieran recompensados, pasaban los años y José Antonio García seguía siendo para la mayoría el vocalista de los Cero, siempre poniendo su excelente voz al servicio de las creaciones de Lapido.

Tal vez la maniobra de resurrección que nos devolvió para el directo a la mítica formación granadina en 2016, y en la que pudimos ver a un José Antonio pletórico, con su perfilada voz tronando como en los mejores tiempos (o mejor) y en un envidiable estado de forma, ha servido para que el cantante diese con el hilo del que tirar para terminar cuajando un disco como "Lluvia de piedras", primer larga duración firmado con su propio nombre y cuya acogida no parece que tenga nada que ver con la que obtuvo con proyectos pretéritos como Sin Perdón o intentonas -ya en la última década- junto a El Hombre Garabato, que acompañan como banda a José Antonio en este disco.

Y es que en "Lluvia de piedras" García encuentra el lugar idóneo para su voz, su broncíneo color vocal encaja a la perfección en las melodías que Nicolás Hernández y Oscar Gallardo (El Hombre Garabato) han compuesto para él. Se luce en arranques gracias a su golpe de glotis, estira el torrente en el agudo acometiendo estribillos con carácter de himno y moldéa con clase y suntuosidad las lineas melódicas más pausadas. Y todo esto bajo un mantra de sonoridades garaje-rock en el que las guitarras rugen en riffs que funcionan de vicio, punteos indómitos, órganos que soplan furiosos y bases rítmicas frenéticas, elementos perfectamente enlazados y cohesionados gracias a la producción de Pablo Sánchez.

Arranca el frenesí con un rock muy al estilo patrio sureño: "Lo llaman suerte" que incorpora un ardiente solo de armónica, el tema más cero en mi opinión.
Pero las desgarradas guitarras y los cañonazos vocales del tremendo corte garajero "Todo puede ser peor", con aura sesentera, estribillo endemoniado y coros ácidos me parece el momento cumbre del disco, un terremoto sónico en toda regla.


Pueden creerme si les digo que el elepé engancha, y el condenado lo hace desde la primera escucha. Así que la intensidad continúa en temas inflamables como "Se puede ver el final", con un órgano que da empaque a la voz que derrapa por los recovecos de este garitero tema. También la sugerente y viscosa espiral sónica de "Angel de mis demonios" da relieve a la tórrida letra que nos habla de mordiscos en la piel y miradas llameantes.

"Situación límite" es un urgente tema punk-pop de la banda jienense Conservantes Adulterados que aquí se versiona con más brillo y pulcritud sónica. Melancolía eléctrica en la bonita balada "Cuando yo no esté", el otro momento Cero. Borboteante el bajo y chillonas las guitarras en la aguerrida "Di que si" que precede al single elegido para lanzar el álbum: "El viento sopla a mi favor", más comedida vocalmente.


El final se acerca y lo hace al ritmo del rock and roll de la factoría Rebeles con "Fuego" y  la más cálida y ochentera "Tiempo perdido".
José Antonio García se ha marcado un disco irresistible, adictivo y atiborrado de estribillos, guitarras, actitud y garaje garitero, es decir una auténtica gozada que puede sonar, y sonará sin descanso una vez activada la glándula rockera del oyente tras el primer pase. Sin duda, una de las mayores alegrías del año, y encima en la lengua de Cervantes.

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