Stephen Malkmus and The Jicks - "Sparkle hard" (2018).


Me alegra comprobar que algunos artistas de lo que se llamó indie en los noventa siguen resistiendo, que continúan por la senda de las buenas canciones, de los buenos discos, de las propuestas interesantes, de la personalidad en definitiva; y que no adhieren el nombre de sus viejas marcas noventeras a cada paso que dan en solitario, limitándose a realizar impúdicos copia-pega de pretéritas fórmulas o a condicionar su sonido en su edad madura a las tendencias sónicas que imponen las nuevas generaciones.
El séptimo disco de Stephen Malkmus, que vuelve a contar con sus Jicks, y que lleva por título "Sparkle hard" viene a corroborar lo que digo en el primer párrafo.
Desatado de la marca Pavement, aunque con las mismas prerrogativas musicales, a las que hay que sumar las enseñanzas adquiridas y las incursiones experimentales propias de la expresividad artística del momento, Malkmus nos regala (una vez más) un excelente disco, si me lo permiten, de lo mejor en lo que llevamos de curso para un servidor.
No voy a venderles una moto, no es un disco de pelotazos inmediatos (no es lo suyo), es un disco que se consolida con cada pase, pero que desde el primer instante deja impronta de su calidad y provoca la apetencia de sucesivas escuchas en el oyente, que pronto se sentirá convencido por el resultado de "Sparkle hard".


También es un disco variado, en el que se da cabida a diferentes alusiones sónicas, como lo demuestra el country-pop "Refute" en el que colabora la gran Kim Gordon (Sonic Youth).
Partiendo del golpeteo del piano de "Cast off" que se encumbra eléctricamente en una suerte de estribillo tormentoso para volver a la calma, pasando por la guitarra ya conocida de "Future suite" que es una canción marca de la casa y llegando a las acústicas que abren un espacio sonoro limpio y tenue en la excelente "Solid silk" con su excelente aporte de cuerdas.
Un comienzo que atrapa y predispone para lo que queda por venir: la oscura atmósfera tardo-sesentera de otro favorito como "Bike lane";  el pop de acariciadora melodía de la juguetona "Middle America" o el carácter industrial del latido y los breaks de batería de "Rattler".
El disco contó con el single "Shiggy", tema que se retuerce sobre su bajo burbujeante y sus guitarras sucias y contaminadas, otro lugar irresistible del elepé. "Kite" es un tema que combina diversas esencias sónicas, incluido el funk, pero con total coherencia. Una sensación Lo-Fi de cierta esencia velvetiana, violín incluido, nos invade en "Brethren" para terminar con "Difficulties-Let them eat vowels", un corte de más de siete minutos: una espiral pop con alicientes crooner en su inicio y ataques de psicodelia que a un servidor recuerda al "A day in the life" beatlemano, que de repente cambia como si de una suite se tratase en algo totalmente diferente, una travesura industrial progresiva.
Es posible que no sea "Sprakle hard" el disco más popular del año. Seguramente se hablará más de otros trabajos más promocionados y 'fáciles', pero estoy seguro de que a muchos interesará y convencerá este nuevo álbum de Stephen Malkmus and the Jicks, en mi opinión, de lo más recomendable de este año.


Comentarios

  1. Ya sé que está mal decirlo entre los círculos "modernos" (no te sientas aludido ni por asomo, mysuperfriend) pero a mí otra vez no me convence. Lo dice alguien que fue muy fan de Pavement. Abrazos.

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    1. Hombre, la conexión con un disco al final siempre es algo personal que hay que respetar. Yo no estoy demasiado en sintonía con lo que en esta década hacen las vacas sagradas de los noventa, creo que tanto Malkmus como, a tenor de su último disco con The Breeders, Kim Deal son de los pocos que salvo.
      Un abrazo.

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