La lámpara mágica y los chicles Cheiw.


-Si te encontrases una lámpara mágica, ¿qué tres deseos pedirías?
-¿Tres deseos? ¿Estás loco?.Yo no tengo tantos. Me conformaría con uno.
-¡Anda ya! ¿Uno solo?
-Sí, uno solo. Imagínate que pido los tres a pesar de considerar que sólo uno es realmente importante. Vamos a suponer que un buen día alguien se vuelve a tropezar con la lámpara. Y que ese alguien está realmente necesitado de cosas importantes. Y que los deseos que se piden no se convalidan. Es decir, que al aparecer un nuevo usuario no puede volver a pedir tres deseos al genio, y que se tiene que conformar con los que haya dejado el anterior afortunado. Y esa persona, más necesitada como hemos dicho, se queda sin poder recibir ayuda de la lámpara. Y todo porque yo he malgastado dos deseos pidiendo dinero, coches o tonterías por el estilo. Esa incertidumbre no me dejaría dormir tranquilo. Prefiero conformarme con uno, eso sí, importante. Y que queden deseos para el siguiente.
-Es un punto de vista. Raro, pero un punto de vista. Y por curiosidad, ¿qué pedirías al genio?

-Un chicle Cheiw de fresa ácida. Son casi imposibles de encontrar. ¡Cuánto los echo de menos!
-¿Un chicle? Pero, y eso, ¿por qué?
-Por el sabor, por supuesto. Es a lo que sabían los besos de mi primera novia: a Cheiw de fresa ácida. Pero no sólo por recordar los besos de Itziar, que también. Ese sabor me llevaría a los dieciséis años. A cuando, sin saberlo, pones los cimientos de tu vida. A lo solo que haces esa tarea.
Creo que recordaría cuando cimenté la mía. Y a lo mejor encuentro en esos recuerdos donde fallé. Si fue sólo culpa mía, o me ayudaron a equivocarme.
¿No te has parado a pensar en la poca ayuda que tienes en esos momentos de tu vida?
O nadie te cuenta nada, o te cuentan lo que quieren que sepas y entiendas. Es una emboscada. Lo justo sería saberlo todo. O por lo menos tener la mayor información posible sobre todo.
Pero lo cierto es que te cuentan una parte de cada materia, un bando de la batalla continua que es la historia. Al final es el tiempo, que no tiene vocación docente, el que te enseña, a su arbitraria manera, el lado oscuro de tus conocimientos.
¿Por qué nadie me explicó que se puede estudiar para vivir conforme a tu esencia, y no sólo para conseguir un trabajo bien remunerando? ¿Por qué me convencieron de que el sexo sin amor sabe igual que el que se hace con alguien especial? Ésta sí que es una mentira convertida en realidad de tantas veces repetida. Creo que escuchar el embuste de marras apacigua corazones solitarios y fríos, como por regla general ha sido el mío.
¿Por qué añoro los besos Cheiw, si lo cierto es que me han besado labios portados por más bellos rostros que el de Itziar? Pero los de ella sabían a fresa.
Tengo tantas preguntas que se quedaron atascadas en cada una de las decisiones "importantes" que he tomado, que creo que volver a la esencia de mí mismo es la única manera de volver a recuperarlas. A ser aquél que tan bien me caía. Aquél que tenía toda la vida por delante y que se sentía afortunado sintiendo el ácido sabor a fresa de la boca de su primera novia.
La vida ha ido pasando, vertiginosa. Muchas de aquellas cosas pequeñas pero importantes desaparecieron, y otras se transformaron; algunas incluso se envilecieron. De muchas ni siquiera me acuerdo, y esa es la tristeza total.
Pero recuerdo el sabor de los chicles Cheiw de fresa ácida en la boca de Itziar. Y a día de hoy es lo único que deseo en el caso de encontrarme una lámpara encantada. Muchos pensarán que soy un triunfador. No es cierto. Nadie que anhela algo así y por esos motivos ha triunfado. Es posible que no existan los triunfadores totales.
De todas formas amigo mío. Las lámparas maravillosas no existen, ¿no?




Comentarios

  1. Bufff, labios con sabor Cheiw, me encantaban esos chicles. Abrazos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Míticos. No se si existen pero hace años que no los veo por ningún sitio.
      Abrazos.

      Eliminar

Publicar un comentario