...grabaron un ramillete de canciones cuyo mensaje poco (o nada) tenía que ver con perlas ensangrentadas, viajes a Groenlandia o niñas (pijas) de colegio.
Por Jorge García.
En los primeros años ochenta, la Meca donde se facilitaba la búsqueda para el desahogo juvenil, o donde descargar el peso heredado del trágico periplo por la dictadura que le tocó vivir a las generaciones anteriores, era Madrid.
Así que a Madrid llegaron gentes de toda España con ansia de triunfar y al tiempo tomarse la libertad por su mano. Aquél acceso al todo vale no era en realidad otra cosa que una estrategia política en la que ahora no vamos a entrar. Los más afortunados, por vía familiar/económica, que portaban apellidos y accesos libres de trámites, posiblemente se creyeron que la libertad era un maná que por justicia merecían. Otros no se creyeron el cuento.
Igual es cosa mía, pero me atrevería a decir que los asturianos Ilegales, no se creyeron el relato de la transición, ni al respecto de la colorida libertad esparcida por los nuevos mesías de la política a lo largo y ancho del Rastro madrileño y el barrio de Malasaña, ni en lo referente a otras cuestiones, tampoco.
Así que en 1982, el trío formado por Jorge Martinez (guitarra, voz), Iñigo Ayestarán (bajo) y David Alonso (batería), grabaron un ramillete de canciones cuyo mensaje poco tenía que ver con perlas ensangrentadas, viajes a Groenlandia o niñas (pijas) de colegio.
El debut de Ilegales llega bajo una nomenclatura estilística apegada al rock, con pellizcos punk y con ciertos acentos Ska, Reggae o incluso New Wave.
Aunque lo verdaderamente impactante fueron los textos, que pretendían básicamente provocar. Sentido del humor que esconde opiniones firmes que en muchos casos el tiempo se ha encargado de consolidar.
Miradas a un alrededor que va más allá de las luces de neón del Rockola o La Vía Láctea y una plasmación firme e incluso orgullosa de pose gamberra, alborotadora e intrépida que les definió y les sigue definiendo.
Algunos les miraron con desdén y displicencia; otros se sintieron simultáneamente atraídos por su lírica y su épica, el caso es que Ilegales triunfaron gracias a la naturaleza intrínseca de su actitud y también, no lo olvidemos, a un disco absolutamente perfecto en producción (René de Coupaud/Pedro Bastarrica), composición (Jorge Martínez) y por supuesto, portada, obra de Ouka Lele.
Canciones son buenas razones, y el disco está repleto de hits, no me entretengo mucho, las conocen perfectamente, por nombrar algunas: "Tiempos Nuevos, Tiempos Salvajes", "Delincuente Habitual", "Yo soy Quien Espía los Juegos de los Niños", "Problema Sexual", "¡Hola mamoncete!", "Caramelos podridos" o esa pendenciera enmienda a la totalidad que es "¡Heil Hitler!".
Con el mítico debut de Ilegales, además de cumplir con algo que debería haber hecho hace años que es escribir sobre esta banda, continúo con la promesa rubricada un año atrás de traer al blog grupos y artistas que incomprensiblemente aún no habían pasado por aquí. El debut de Ilegales llega después de 13 años de blog y +/- un millón de escuchas que le llevo dedicadas.
Un disco cojonudísimo, con un sonido tan bueno, que se puede escuchar hoy perfectamente.
ResponderEliminarGracias, Addi
El disco está absolutamente vigente, tanto en lo referente a la música como a los textos.
EliminarAbrazos.