Viaje a Nashville invitado por Morfeo y Orfidal (2ª Parte: El Sueño). Las Paranoias de Addi.

Como decíamos ayer, ya solo queda el sueño en si, y a eso vamos sin perder tiempo, a las oníricas vacaciones que por cortesía de los dueños del territorio de la imaginación nocturna Morfeo y Orfidal he disfrutado a un precio mas que económico.
Vaya por delante que jamás he estado en Nashville, lo que quiere decir que todo lo que allí vi fue invención libre de mi subconsciente, imagino que basado en canciones, películas y propias composiciones de lugar traídas a base de suposiciones e imágenes sueltas.
Lo bueno de unas vacaciones de este tipo es el precio, lo malo que únicamente son audiovisuales, es decir, que de los cinco sentidos solo dos, vista y oído funcionan a plena satisfacción, dejando el resto de sentidos cojos y un poco a la buena de Dios.
Y como experiencia audiovisual la contaremos como si de un film se tratara, en este sentido solo eche de menos unos créditos apropiados a lo que se avecinaba...la ciudad de Nashville vista desde el cielo, oscura pero ya amaneciendo, con millones de estrellas formadas por las farolas del centro y las luces de los dormitorios que empezaban a encenderse para iluminar el madrugón de los habitantes, sobreimpresionados los nombres de los que en el sueño-film participarán con letras texanas, como aquellas que mi hermano Joserra eligió para embellecer las camisetas y carteles del inolvidable Rust Fest de nuestra Nashville particular, Frías...sonando entre tanto un tema...un country...


Y en el avión (pues la visión de la ciudad desde el aire se trataba de eso, un avión a punto de aterrizar), una señorita de color con anillo de oro en la aleta de la nariz y mirada de las que hielan la sangre y hacen hervir otros fluidos, anuncia en perfecto castellano...si, si, en castellano (cosas de los sueños), el inminente aterrizaje en el Nashville International Airport.
Una vez allí traqueteo de maletas por la terminal, y botas, ¡joder que botas gasta el personal!!! las mías no pueden competir con aquellas, estas, las que llevo puestas, aunque caras provienen de una zapatería del centro de Bilbao, ¿como van a competir con aquellas en pedigree???
Cojo un taxi, amarillo, como los de New York, no tengo ni idea como serán los taxis en Nashville, en mis vacaciones eran amarillos.
Dentro del taxi una radio, antigua, de las que no tienen entrada de CD demuestra que el sonido no esta reñido con la edad y en los altavoces, únicamente existentes en las puertas delanteras, truena como si el fin del mundo estaría cerca la rabia, hereditaria, de un vecino de la ciudad.


En el hotel las primeras luces del amanecer atravesaban la fina cortina blanca salpicada de flores violetas, ducha rápida, (ignoro si fría o caliente...) y a la calle, desayuno en local típical american, un hombre entrado en la cincuentena y de clara procedencia asiática me prepara en una plancha no demasiado acostumbrada al contacto con el estropajo unos huevos con bacon y unas tostadas, todo ello mojado con café servido directamente de la jarra de la cafetera eléctrica, humo, olor no sé, y para añadir mas grasa a la ya aportada por el asiático una camarera entrada en carnes y con pinta de Peggy Sue cincuentera completa el ágape con un donuts de indeterminado color...pido un zumo de naranja y ¡a comer!.


Fuerzas repuestas y paseo por la ciudad, preciosa, ya esta el sol en todo lo alto, es una pena que el tacto sea inaplicable a los sueños, hubiese sido genial sentirlo en la piel...por la calle tiendas de instrumentos, escaparates de los que es imposible hacer huir a la vista...¿existe guitarra mas bonita que una Gretsch?, ¿y músico al que le siente mejor que a Brian Setzer???


Al mediodía empiezan a abrir los locales, paso por delante de un viejo y hermoso edificio, leo el cartel...¡Coño, pero si es el Rhyman Auditorium!, y ¡Esta noche hay concierto!...tocan Pure Prairie League, son perfectos, compro las entradas, suelto un billete de 100 pavos, tengo la cartera llena de billetes de estos, y mas pequeños...y mas grandes...hasta llegar al millón de machacantes,  -¿Que pasa es mi sueño?...
Empiezo a distribuir los billetes por los locales a cambio de cervezas...muchos biletes, muchas jukebox y muchos grupos locales desgranando notas de bluesgrass.




A las 20:00 horas tenía una cita con PPL en el Rhyman, un poco cargado de zumo de cebada accedo al interior, temblor de piernas y lacrimales pidiendo auxilio, después de medio millón de visionados del Heart Of Gold de Neil Young aquí estoy, en el teatro, mítico y legendario que albergó a aquel maravilloso grupo de músicos que se concentraron en aquel concierto para celebrar el estreno de "Prairie Wind", hoy la historia hacia presa de mi alma y me transportaba al paraíso. Tres, dos, uno...comienza el concierto...


Tras el concierto me meto en un local que me habían recomendado, comida pasando delante de mis narices, como estas no responden a estímulos, me siento y me como una chuleta de las que he visto mil veces en la tele, regado todo con cerveza y de postre tarta de manzana, café y bourbon que empieza a sonar la jukebox...


Unas mallas, creo que ahora las llaman leggins, negras terminadas en unas botas del mismo color rematadas en una peligrosa y afilada punta aparecen ante mi, se cruzan desafiando a la estabilidad planetaria y sugiriendo un trago de whisky para unos labios dolorosamente rojos, tras el trago, largo y caliente empiezan a moverse, húmedos y sensuales y por primera vez hablan...- Los próximos en salir a escena son realmente buenos, si te gusta esto vas a disfrutar forastero, y si te gusto yo vas a visitar el infierno...¡al infierno!!!...


No quedó garito sin visitar, country sin bailar, ni billete sin gastar...mi cerebro estaba narcotizado de tanto R&B, bluegrass y blues mezclandose con cerveza y bourbon, todo ello endulzado por los besos sabor a carmín de Lucille (Se llama así por la guitarra de BB King y por el inmortal de Little Richard...y porque a mi me da la gana)...



Tumbado en la cama de la habitación del hotel me sentía como un personaje de Tennessee Williams, observando el ventilador en el techo y con el rumor de la música que subía del local de abajo aún abierto, una canción que hablaba de sexo y sudor, lágrimas y sangre, alcohol y delirios...estaba retratando mi día en Nashville.
Lucille olvidó cualquier asomo de decoro y salio del baño desnuda, desmaquillada y desbocada...terminó despeinada y desfondada...que queréis que os diga, es mi sueño, así que elijo estar fogoso y triunfador aquella noche.
A la mañana, bueno mediodía siguiente, al despertar, estaba solo, era de esperar y no me extrañó. Abrí la cartera y la vi vacía, no quedaba ni uno de los muchos billetes que hace horas estaban a punto de reventar las costuras del billetero, tocaba volver a casa...¡pero no!, de eso nada, tenía que pensar algo, no estaba dispuesto a volver a la realidad tan pronto, necesitaba dinero y lo iba a conseguir...en un rincón de la habitación bajo la mesilla de noche, aún se encontraban allí los leggins de Lucille, me venían genial para hacerme un pasamontañas...el que utilizaría para atracar el primer banco que encontrase en la ciudad, con otro montón de billetes me bastaba, solo un día mas...una noche mas...una banda mas...una Lucille mas.
Tras el atraco la huida perseguido por la policía local, a toda hostia por la polvorienta carretera, con una bolsa de supermercado (Ya sabéis de esas de papel marrón) repleta de billetes, ¿Sabéis lo que sonaba en la radio?...


Luego desperté, fue terrible, aún ahora recuerdo el sueño y me dan ganas de llorar...si tengo otro parecido, por ejemplo en Memphis, prometo contarlo...

Comentarios

  1. Pues te ha quedado genial el relato completo. Seguiré esta sección con interés.
    Un abrazo!

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    1. Me alegro de que te haya gustado, yo la verdad es que lo he pasado de coña escribiendola.
      Un abrazo!

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